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lunes, 25 de marzo de 2019

Evolución de los centenes hasta el reinado de Felipe IV

Es bien conocido el amor que detentaba Felipe IV por el arte.

Una pasión, que le hizo componer obras musicales y piezas litearias con bastante buen resultado.

Él mismo, ha contribuido, por poner un ejemplo, a que la historia, trate al excepcional Diego Velázquez, como uno de los pintores más famosos de todos los tiempos.

En moneda, creó la maravillosa serie de Felipes de busto, de 1660 a 1664, seguramente, condicionando el grabado de estas piezas, a su buen gusto...

Un monarca de esta factura, con tal capacidad artística, no se hubiera dedicado a crear, una de las monedas más bellas, de todas las épocas, sólo por querer hacer ostentación de su poder real... tenía que haber algo más... y ese algo más, valga la redundancia, seguramente estuvo relacionado, con su feroz apetito artístico.


El reinado de Felipe IV, fue una época muy convulsa, en lo que respecta a la economía, y a las guerras, en las que estuvo implicada la corona Española. El "Rey Planeta" poseyó tiempo y empeño, para consolidar su reinado y dar muestras de su poder, a través de estas monedas con módulos enormes, los cincuentines y los centenes.

Son estas grandes doblas, monedas enormes, de oro macizo, con valor de 100 ducados, y sin una "circulación aparente" (no aparecen en la legislación monetaria vigente) pero que en realidad, se utilizaron, a parte de exhibir con vanidad, riqueza y posición social, para pago de sumas elevadas de dinero en compraventas de primer orden, y para *operaciones secretas. También fue usada como "moneda de ahorro".


*Orden especial de Felipe IV, para  labrar 4 centenes  y 24 cincuentines para  cierto  negocio secreto.


El rey, permitió a ciertos comerciantes, acuñar tanto centenes, como cincuentines (moneda de plata con las mismas dimensiones que el centén, con un valor de 50 reales) en el Real Ingenio de Segovia, previa autorización expresa y entrega de los metales preciosos en la ceca, con sus impuestos de acuñación correspondientes.


* Se conocen dos fechas llamativas en estos centenes de Felipe IV, la de 1623 y la de 1633, de las cuales, se acuñaron 7 monedas y se tiene constancia de 4 de ellas:

"El centén del Museo Arqueológico Nacional de Madrid; el que Felipe IV donó al príncipe de Ligne ( este fue adquirido por subasta en Junio de 1968 en Londres); el que fue propiedad de un coleccionista milanés, y que hoy se encuentra en manos privadas, y el perteneciente a la colección Carles-Tolrá"


*( "El «Top Ten» de las monedas de oro más cotizadas" de Rafael Tauler Fesser)




Los comienzos del centén:

Cierto es, que en épocas anteriores se habían acuñado ya piezas de calado importante, como los 50 excelentes de los Reyes Católicos, o los cincuentines y centenes de Felipe III... Pero la tradición de estos grandes cospeles, tiene su origen mucho más atrás.

Hay que retroceder en el tiempo, para encontrar a los antecesores de estas grandes piezas.

Todo comenzó, antes del reinado de los Reyes Católicos.

Fue el primer "precursor", Pedro I de Castilla y su expectacular moneda de 10 doblas (Dupla Magna) acuñada en Sevilla, en el año 1360 D.C (en el reverso aparece el año de acuñación, 1398 de la Era Hispánica). Este monarca se fijó en las grandes monedas de ostentación árabe, para así, dar prestigio a la corona y entregar como regalo, dicha creación, a altos dignatarios y a aquellas personas que le apoyaron en las guerras civiles castellanas. Se conserva un ejemplar en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, con un peso de 44,64 gramos y un diámetro de 68 mm.

10 Doblas de Pedro I de Castilla. Foto y pieza, del Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Anverso:

Se hace visible el busto del monarca mirando a izquierdas. 

Leyenda: DOMINUS MICHI ADVITOR ET EGO DISPICIAM INIMICOS MEOS E


Reverso: 

Cuartelado de leones y castillos, rodeado de orla polilobulada.

Leyenda: PETRVS DEI GRACIA REX CASTELLE E LEGIONIS E M CCC LXXXX VII




Fernando e Isabel,  vivieron un tiempo, en el que el auge de la economía subió como la espuma, gracias a la colonización del Nuevo Mundo.

Una de las piezas más emblemáticas de toda la historia española, son los 50 excelentes de los Reyes Católicos. Con un peso de 140 gramos. Sólo se conoce un ejemplar, que fue vendido por la Hispanic Society of America en el año 2012 y que pertenecía a la colección Archer M. Huntington.


50 excelentes de Isabel y Fernando. Foto del libro "El Oro de Los Reyes Católicos y de la Casa de los Austrias" de Rafael Tauler.

Anverso:

Bustos de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón enfrentados.

Leyenda: Fernandvs: et: Elisabet: deigratia: Rex: et: regina: vas


Reverso:

Escudo de armas protegido por el águila de San Juan.

Leyenda: : suba: vmbra: alarvm: t varvm: protegemos:



Otra gran pieza, que abruma con solo mirarla, son los 100 ducados de Carlos y Juana, acuñados en Zaragoza (C A de Caesar Augusta)

Se conmemora con esta moneda la Coronación de Carlos I, como Rey de Aragón.


100 ducados de Carlos y Juana.  Foto del libro "El Oro de Los Reyes Católicos y de la Casa de los Austrias" de Rafael Tauler.



Anverso:


Bustos de Carlos y Juana enfrentados. Encima de las coronas, la fecha en la que se acuñó la moneda 1528.


Leyenda: IOANA ET KAROLVS REGES ARAGON TRVNFATORES ET KATOLICIS


Reverso:

Escudo de la corona de Aragón.

Leyenda: IONA ET KAROLVS EOBS FILIVS PRIMO GENITVS DEI GRACIA RX

La moneda pesa 350 gramos y tiene de diámetro 82 mm.





Felipe III inauguró la serie de centenes en 1609, acuñando otra serie en 1618. Estas grandes piezas miden unos 715 mm, módulo enorme que necesita de nuevas técnicas de acuñación para poder crearse.
Suelen pesar entorno a los 339, 35 gramos.

Centén de 1609







Centén de 1609 de Felipe III. Foto del libro "El Oro de Los Reyes Católicos y de la Casa de los Austrias" de Rafael Tauler.


Anverso:


Escudo de armas.


Leyenda: PHILIPVS. III. D. G



Reverso:


Cruz de Jerusalén.


Leyenda: . HISPANIARVM. REX. (Fecha)





Felipe IV siguió con la tradición heredada y acuñó centenes en los años 1623,  1631, 1633, 1638, 1659.


Se tiene constancia escrita, de que concedió licencia, a unos mercaderes, para confeccionar 100 marcos de oro en centenes.


También concedió licencias a marqueses, para labrar centenes, apoyadas por el presidente de hacienda, en forma de decretos.






Estas grandes monedas  tienen un peso teórico de 339, 35 y 75,5 mm de diámetro.


Centén de 1623






Centén de 1623 de Felipe IV. Foto del libro "El Oro de Los Reyes Católicos y de la Casa de los Austrias" de Rafael Tauler.


Anverso:



Escudo de armas


Leyenda: . PHILIPPVS. IIII. D.G.



Reverso:


Cruz de jerusalén


Leyenda: . HISPANIARVM. REX. (fecha)








Centén con posible núcleo de plomo con baño de plata. Prueba de grabador del siglo XVII o reproducción de la Escuela de Grabadores de Madrid del siglo XIX (a investigar). Pieza muy rara. Estos centenes (originales) son atribuidos a Diego De Astor. Fecha de 1633, Real Ingenio de Segovia. 7,6 de diámetro, 515 gramos de peso. (Triple peso al de un cincuentín, pudiendo ser una prueba de acuñación del siglo XVII "Piedfort" para ser regalada...) Colección del autor.j










sábado, 16 de marzo de 2019

El trabajo de los abridores de cuño, en época de Felipe IV

Con la pragmática del 22 de Noviembre de 1660, se acuña en el Real Ingenio de Segovia, la primera serie de vellones de busto, a molino, y en la Casa Vieja, a martillo. El 30 de Octubre de 1661, se obliga por Real Pragmática a acuñar estos Felipes, a molino, en todas las cercas restantes y se prohíbe acuñar a martillo, en la Casa Vieja de Segovia, esta nueva moneda. (Más sobre primeras emisiones de los maravedís de busto a molino)


Dibujo de Ingenio a molino. Fotografía sacada de la "Asociación de Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia".



Esta incipiente forma de estampar el arte de la moneda, necesita de una calidad artística suprema, referida no solo a la belleza de los grabados, si no también, a aquellos procedimientos "matemáticos" y técnicos necesarios para una buena apertura del cuño.

Así, se destacan entre otros motivos, la dificultad de trasladar la impronta de los punzones, dentro del metal cilíndrico del rodillo. La acuñación a molino, supuso una verdadera revolución técnica, teniendo su mayor auge, en el Real ingenio de Segovia.

Para ello, existen varias teorías:

1) Que el final de los punzones de los motivos artísticos "mayores" (escudos, Bustos) fueran curvos (exceptuando las leyendas...) Con un arco del final del punzón, acorde a la convexidad del rodillo, para estampar el grabado de una manera unitaria, en toda su superficie, consiguiendo así, un calado, idéntico, en todos los motivos, evitando, problemas de simetría, en la profundidad del arte improntado en el cuño, y con posterioridad en la moneda acuñada.

Esta teoría, tendría una buena coartada, para su funcionamiento, si el grabado de todo el arte de la moneda, tuviera su propio punzón individual... Pero hoy en día, es sabido, que normalmente, tales grabados, poseían punzones de motivos separados, para conformar, luego en el rodillo, el grabado completo, favoreciendo así, a un mejor  hincado (menor superficie, mayor presión) y una menor probabilidad, de que surjan repintes indeseados.

2) Que el final de los punzones, fuera plano (como a tenor de ciertas muestras, defienden algunos investigadores).

Se procura, dejar libertad al abridor de cuños, para ultimar la impronta en el cilindro, a base de balancear la punta del cuño en el mismo, para conseguir una simetría en el calado del arte del grabado.

En esta teoría, el paso del arte del punzón al rodillo, es bastante más compleja que en el primer ejemplo, y necesitaría de grandes dosis de meticulosidad y profesionalidad por parte del artesano... Tenían que procurar, evitar crear repintes en el cuño, por la repetición del hincado del punzón... a veces, se hace necesario un artilugio que sujete el punzón, para que no se mueva entre golpe y golpe de martillo.

Ingenio y riel pasando entre medias de los rodillos. Fotografía sacada de la "Asociación de Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia".



En los Felipes de Busto, seguramente el abridor de cuños, basculaba el punzón, de la cabeza al torso.


16 maravedís de Trujillo de 1663. No catalogada.



Tanto en una, como en otra teoría, el grabador, debía de esmerarse, teniendo en cuenta, la deformación del grabado del punzón, en referencia a la curvatura del cilindro. Un grabado no deformado que pasara del punzón, al cuño cilíndrico, proyectaría en la moneda, un arte asimétrico... y al contrario, un arte ligeramente deformado del punzón, de manera consciente y estudiada, al paso por el rodillo, establecería en la moneda, un dibujo simétrico y bien ajustado, ya que el traslado de un cuerpo curvo a uno plano, produce inevitablemente una distorsión, que debe corregirse antes de que se efectúe la estampación en el cospel. Esta problemática, aparecía sobre todo, al intentar resolver la conversión de la elipse del cuño, en una verdadera circunferencia, cuando se improntara en la plancha de metal acuñado, ya que la presión del cilindro sobre el cobre maleable, producía una evidente deformidad.

Rodillo de la Ceca de Parma en Italia. Fotografía prestada de la "Asociación de Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia"



Es evidente, lo estudiado que debía de estar, el paso de las leyendas, a la convexidad del rodillo, donde la curvatura del cilindro según el ángulo de posicionamiento de las letras, era siempre diferente, dependiendo de la zona delimitada del cospel donde nos encontremos, y de la posición e inclinación en las que se encontraran las sucesivas letras... problema, que es bastante más fácil de solventar, con un punzón plano, donde el artista, haría bascular la cabeza plana del mismo, sobre la superficie del rodillo, hasta conseguir el calado deseado.



En la casa de la Moneda de Madrid, existen rodillos con multitud de grabados en sus cuerpos... muchos de ellos, se ha constatado que eran pruebas de los grabadores, que evidentemente, utilizaban antes de conformar aquellos rodillos válidos. Esta teoría, se ha podido constatar y reafirmar, mediante el estudio de ciertos rodillos. Muchos de los cuales, aparecieron sin templar, siendo imposible por ello, que los mismos, aguantaran tanta presión al contacto con las monedas acuñadas.


Rodillo con diferentes pruebas de Hincado. Fotografía del maestro Glenn Murray.



El trabajo del grabador,  no acababa con el punzón y la impronta de él en el rodillo, continuaba mediante la corrección  y mejora directa, de los motivos artísticos del grabado en el cuño, mediante buriles y otras herramientas... Que dejaban ver, la gran destreza artística de estos artesanos.


En los maravedís de busto de Felipe  IV, al existir infinidad de punzones con grabados de las letras, puntuaciones, bustos... Entendemos que existían una gran cantidad de rodillos... Ésto puede ser debido a una gran demanda de este tipo de monedas y a un elevado desgaste de los cuños, aunque este último caso, no se diera siempre, pues
también nos encontramos, con monedas, en las que vemos fechas rectificadas, lo que nos da a entender, que en ocasiones, se reutilizaron rodillos de acuñación, con ciertas modificaciones, al paso del buril del artesano... En este caso, se demuestra la durabilidad de estos rodillos templados.


Es fácil ver cómo en las leyendas de los Felipes, existían punzones individuales de cada letra, ya que a veces no aparecen completas e incluso, como dijimos anteriormente, rectificadas... Fenómeno que venía dándose desde hace cientos de los atrás... Así se explica la infinidad de variantes de leyenda, arte y busto de estos Felipes...

Prueba de punzón sobre un plomo, de un doble excelente seguramente a nombre de los Reyes Católicos, en época de Carlos y Juana. Doble grafilia y doble escudo, lo que da a pensar, que en este caso, los motivos mayores conforman un todo y los punzones utilizados, recogen tales motivos, de manera unitaria y no divididos.


Para profundizar, tenemos el excelente estudio de Juan José Sánchez Castaño:

"Estudio a cerca de los rodillos de pruebas del real ingenio de la Moneda de Segovia"
Numista 254

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martes, 12 de marzo de 2019

Los Ensayadores Pedrera

Bernardo, parece ser el último eslabón de ensayadores, de la familia Pedrera.

Bernardo de Pedrera Y Negrete, fue hijo del ensayador, de la Ceca de Segovia (más sobre tipos de acuñación en el Real Ingenio), Andrés de Pedrera.

Toda una generación de ensayadores, que pasó a formar parte, del extraordinario tiempo transcurrido sobre unas paredes en las que tan buen oficio se dio; El Real Ingenio de Segovia, Fundado allá por el año 1586 por Felipe II.

Bernardo De Pedrera, entró en la fábrica de moneda de Segovia, como ensayador, por Real Cédula del 2 de Mayo de 1651, por la "buena relación" que guardaba con sus progenitores, y el buen servicio de éstos, prestado a la corona, con un sueldo de 100.000 maravedís.

Es nombrado Ensayador Mayor del Real Ingenio y del "Reino" de Castilla, 7 años más tarde de su ingreso en la Nueva Casa de la Moneda de Segovia, el 30 de Julio de 1658.

Ensayará hasta el reinado de Felipe V (incluido).

Se tiene constancia, de que también ofició puntualmente, en la ceca de Madrid y en Sevilla.

En Segovia, continuó la "herencia" dejada por el ensayador, Hipólito De Santo Domingo, y compartió labor, un tiempo, con el ensayador, Manuel Manso.

Los talladores que estuvieron trabajando codo con codo con este ensayador, fueron:

Rafael González que compaginaba trabajo en la Casa de la Moneda de Madrid, Francisco De Plaza, y Diego De plaza.

16 Maravedís del Real Ingenio de Segovia de 1663. Ensayador Bernardo de Pedrera.


Su abuelo, Esteban De Pedrera "El Viejo",  "ensayador mayor del oro y plata y el vellón de su majestad", ensayó anteriormente, en la casa oficial, con muy buenos resultados... fue el 6 de Julio de 1617, cuando este ensayador, recibe un cargo de relevancia,  substituyendo a Rodriguez Del Castillo, favoreciendo en el futuro, sin duda alguna, a que su nieto Bernardo, pudiera acceder a un puesto de especial responsabilidad en el Real Ingenio.

Antes de ensayador oficial, Esteban De Pedrera, fue marcador de plata real en los talleres de Madrid y Valladolid (24 en total, que se tenga constancia). Trabajó en otras zonas como Burgos y zamora...

Entre los cometidos de Esteban De Pedrera ("tocador de oro y marcador de plata en la villa de Madrid"), estaba, el de supervisar a aquellos plateros batidores y toda persona encargada de trabajar con oro y plata, cuidando de garantizar la ley y el quilataje de los metales preciosos que allí se labraban, por mandato real.

Para ello, en ocasiones, utilizaba la presencia de su hijo, Andrés De Pedrera, que se encargaba de custodiar y estudiar las piezas que se encontraba en cada taller de platero, para ver si "entraban dentro de las exigencias de la corona real" y marcarlas con sus punzones, para certificar la pureza del metal y la liga de las joyas supervisadas.

A su vez, vigilaba los posibles robos de los artesanos, dando buena cuenta de ello ante la autoridad competente...

El padre de Esteban De Pedrera, también se llamaba Andrés (no confundir con su hijo) y como ellos, trabajó en el Real Igenio de Segovia de 1613 a 1615.

Se destaca en este ensayador (Andrés De Pedrera "patriarca de la familia") las acuñaciones de los primeros cincuentines, posteriores a 1609,  (de 1613), compartiendo trabajo, con el excepcional grabador del Real Ingenio de Segovia, Diego De Astor.

Reproducción de 4 reales de Real ingenio de Segovia, con brillo original, de la Escuela de Grabadores de Madrid del siglo XIX. Ensayador Andrés De Pedrera "1617".



Reproducción de centén en plata o prueba de acuñación, con triple pleso de cincuentín (piedfort) 1633, con ceca de "La Puente".
Ensayador Rafael Salván.


Andrés de Pedrera hijo, fue nombrado visitador de Valladolid el 5 de Mayo de 1624, para supervisar la labra del oro y plata, en los talleres de platería y en aquellas dependencias que albergasen artesanos que desempeñasen estos cometidos.

Todavía no se tiene conocimiento de si ensayó o no en el Real Ingenio de Segovia.

El último eslabón de la cadena, Francisco pedrera y Negrete, nieto de Andrés De Pedrera e hijo de Bernardo Pedrera, también ensayó en la casa de la Moneda de Segovia, a finales del siglo XVII... coincidirá casi, con la salida del grabador, Manuel Manso.


Los ensayadores, en la época de Felipe IV, normalmente, elegían la marca de ensaye, haciendo referencia a la primera inicial de su nombre o apellidos. Así lo deja ver, clátamente, Francisco De Pedrera, en un documento fechado en el año 1697 en la ciudad de Segovia:

"Para que en todo tiempo conste la moneda que por mi se ensaya y despacha en el dicho Real ingenio, desde luego declaro ha de llevar por letra una F, por ser la primera letra de mi nombre".



Marcas de ensaye:


Andrés De Pedrera (patriarca): AR
Enlazadas.

Esteban De Pedrera: A superada de cruz.
P

Andrés De Pedrera (hijo): A superada de cruz (como su padre Esteban).
También acuñó en la Ceca de Madrid.  Posible P, también atribuida a Pedro Enrique (ensayador de la Casa Vieja de Segovia).


Bernardo de Pedrera: BR enlazadas.

Francisco De Pedrera: F


miércoles, 6 de marzo de 2019

Dieciochenos valencianos en el reinado del "Rey Planeta"

Los dieciochenos, son monedas con valor de 18 dineros de vellón, que tienen su origen en el reinado de Felipe II.



Dieciocheno de Felipe IV, acuñado en Valencia, con valor 18 y fecha de 1650.


No poseen marca de ensayador (raro, al ser moneda de plata), aunque muchos autores indican, que en la marca del valor de estos dieciochenos, puede estar la clave para conocer a los ensayadores de las respectivas piezas... Pero ésto, parece solamente ocurrir con uno de los maestros de la Ceca, el señor Scribá, que podría haber ordenado marcar con el valor 1S en vez de 18, los dieciochenos que " cayeron por sus manos", aludiendo, con esa consonante, al principio de su nombre.

Estas monedas fueron acuñadas en Valencia, hasta bien entrado el siglo XVIII.

En tiempos del "Rey Planeta", y antes de su reinado, algunos barcos que se dirigían, de las Américas, al puerto de Sevilla, eran atacados por piratas ingleses (los que no se hundían por un mal temporal). La economía se vio abatida, por una falta de plata nativa y exceso de falsificaciones... En Valencia, para paliar estos males, se promulgó pragmática nueva, en la que la liga de plata, se vio mermada (el caso de los dieciochenos).

En el período de Felipe IV, estas monedas sufrieron en sus propias carnes, los avatares de los falsificadores.

Al ser monedas acuñadas a martillo y con un arte, bastante menos esmerado que en otras piezas, los falsarios veían un mundo de posibilidades para realizar sus imitaciones. A pesar de ser una moneda muy falsificada, nos han llegado pocos ejemplares hoy en día (por lo visto se retiraron del mercado gran parte de ellas)

Este circulante, padecía el cercenamiento de sus cantos e incluso, muchas de estas monedas, sufría decapamiento del metal, a través de distintos procesos químicos, que arrancaban de cuajo gran porcentaje de plata... En ocasiones, dejando el valor intrínseco de la moneda por la mitad.

Fue en Barcelona, (más sobre moneda de Felipe IV, en tiempos de las revueltas catalanas) donde se lanzó una pragmática, que obligaba, a todo aquel que tuviese dieciochenos, a llevarlos a la casa de la moneda pertinente, para volver a ser fundidos, y hacer con ellos moneda de real nueva.
A principios del reinado del último Austria, Carlos II, se resolvió implantar los molinos tan utilizados en la parte inferior y centro de la Península Ibérica, en la casa de la moneda de Valencia. Para ello, se crearon nuevas dependencias en la ceca y se habilitó el patio, como lugar destinado a batir el vellón. Más sobre distintos tipos de acuñación.
Estos ingenios, que procedían de Madrid, a penas tuvieron 3 años de uso, porque los operarios lograron frenar el avance de los mismos... querían trabajar a la vieja usanza, a golpe de martillo, y lo lograron. Hasta tal punto, tenían tanto poder de decisión y persuasión, que no se volvió a acuñar con rodillos de molino, hasta bien entrado Carlos III al poder.

Estos reales, se volvieron a fundir (no todos, pues queda constancia de ellos) para fabricar, nuevas monedas martilleadas.

Dieciochenos con Felipe IV:

Llamados también dihuités, o reales de a uno, tenían el valor de 18 dineros de vellón.


Anverso:

Leyenda PHILIPPVS IIII DEI GRACIA VALENCIA  que rodea al busto del monarca coronado, en perspectiva frontal. Valor entre medias del monarca.

En 1640, se empezó a establecer el valor del dieciocheno, situado entre medias del busto del rey (1 y 8). Aunque existen monedas anteriores a esta fecha (de 1618 a 1624) en el reinado de Felipe IV con marca de valor, se consideran a día de hoy, como pruebas realizadas en 1640 con cuños de reverso de fechas anteriores.


Reverso:

Leyenda VALENCIA MAIORICA REX    rodeando al escudo coronado de Valencia, situado entre medias de la fecha.

Como dato curioso, vemos como este tipo de posición frontal del rostro del monarca, cuadra más con aquellas blancas medievales de antaño. A mí, estos dieciochenos, se me asemejan, bastante, a los conocidos cuartillos de Enrique IV...

Poco a poco, se va abandonando esta visión frontal del monarca, hasta que imperan los perfiles de los rostros, mirando hacia uno u otro lado.

Son monedas, los dieciochenos, que sorprenden por la cantidad de variantes de estilo, que tienen.