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jueves, 29 de noviembre de 2018

Sellos de plomo en los reinados de los austrias

La Sigilografía, es la ciencia que se encarga de estudiar el sello y el contexto en el que se encuadra.

Los tipos de sellos son muy variados, encontrándonos con matrices,  cuños, e improntas, que pueden ser o bien de tinta, o bien sólidas (barro, cobre, bronce...papel)

Se unen con la sigilografía, diversas disciplinas de estudio, que se centran, en el estudio de las características específicas de cada pieza (material del sello, grafía y arte del mismo, situación histórica de la pieza, finalidad del sello emitido...)


El sello con los Austrias

Con los primeros Austrias, hasta Felipe IV, siguieron emitiéndose sellos reales, que certificaban la autoría de aquellos documentos a los que éstos compañaban.

Ya, desde época romana, las conocidas matrices de sellos (generalmente anillos) establecen una elongación espacial del poder de las autoridades, que se plasma y difunde a través de la firma auténtica de los emisores.

Ciertas matrices de sellos de plomo, han sido reutilizadas de reinado a reinado. Tal es el caso, de los cuños de los reinados felipistas, que se suceden prácticamente iguales, con alguna variación en las leyendas.
Entendemos aquí, como sello, a la pieza metálica, que ha salido directamente acuñada de la propia matriz o cuño.
Normalmente, eran sellos fabricados en plomo.

Por una parte, el alma del flan, era atravesado por un cordel, generalmente de seda, que se unía al documento al que se pretendía dar validez. De ahí que coja su nombre de sello colgante, y sello de validación.

Dichas improntas, gozaban del privilegio real, y eran consideradas como la propia voz viva del monarca, con un poder ejecutivo similar a la de una orden directa.


Los sellos y las matrices, pasaban unos controles de seguridad importantes, para protegerse de manera segura, frente a las incipientes usurpaciones o falsificaciones (algo sobre los falsarios).

La identidad de los mandos emisores, tenía que estar salvaguardada en todo momento.
Ocurría como con las monedas, los falsarios siempre estaban ,"a la última en falsificaciones". Se intentaba evitar, que determinados escritos, cartas... fueran respaldados por sellos no originales, apartando así, conflictos generados en los estamentos sociales, ocasionados por posibles órdenes falsas.

Algunos sellos tenían un valor intrínseco alto, ya que en sí mismos eran considerados joyas, al tiempo que símbolos de gran poder. Felipe II, llegó a acuñar sellos constituidos en oro... Pero también se hicieron de plomo, cobre y plata.

La custodia de estas piezas, en tales casos, se hacía mayor. El poder que desprendía el sello, por detentar un tipo de metal u otro, era proporcionalmente mayor, cuanto más valioso era el material del que estaba hecho, pues ¿quién podría emitir estos sellos, si no alguien con tanto poder...?

Sello de validación de Felipe III



En Anverso, se presenta a Felipe III sentado y entronizado. 

La leyenda:

Philippvs III D G castellae Legionis Navarrae Granatae



En reverso, se presenta el escudo de armas cuartelado de Castilla y León con granada en jefe. 

La leyenda:

Toleti Galiciae Hispalis Cordobae Murciae Etc Rex


Cordón de seda que atraviesa el alma del flan.

Fecha del sello 1599- 1600
Material: Plomo
Peso: 415,7 gramos
Medidas: 8 centímetros

Este sello es muy parecido a los emitidos por Felipe II y Felipe IV.







Obra de referencia:

"Apuntes de Sigilografía Española" de Faustino Menéndez Pidal De Navascués.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Métodos para saber si la moneda es de plata

A veces nos es difícil saber la proporción de plata que tienen ciertas monedas. Otras, queremos descartar falsificaciones de valor intrínseco más bajo que el original.

Estos métodos nos servirán, única y exclusivamente para detectar si la moneda posee plata (sobre monedas peninsulares de plata de busto de Felipe IV) o por si lo contrario, carece de ella. Para diferenciar si es falsa o no, utilizaremos otras premisas...


1/4 de maravedís de Alfonso X El Sabio. Ceca de Murcia. Falsa actual con contenido de plata. Colección del autor.

Tenemos que tener en cuenta que el comportamiento que experimentan estas pruebas en los diferentes metales de los que están hechas las monedas, es distinto, pero también
Parecido, en materiales diversos.

Así, en esta entrada, veremos cómo tanto el cobre, como el plomo y la plata, tienen cierta similitud cuando se aplican tales métodos.
Con el cobre no tendremos problemas, pues con solo ver el color del metal, ya sabremos que no es plata. Salvo que la moneda contenga núcleo de cobre y esté bañada con plata, podremos realizar estás pruebas casi con la total certeza de acertar.

Imán de Neodimio

Cogemos un imán grande de neodimio (no otro) debido a su gran potencia. Colocamos la moneda en una superficie deslizante (no rugosa) y pasamos el metal repetidamente por encima de la pieza, a un centímetro de la misma. Sí la moneda es de plata, cobre o plomo, se moverá... Ésto es debido a que el imán repele dichos metales. Los demás minerales, como el hierro, zinc, son atraídos por éste.

Sí la moneda es de cobre con baño de plata, con el peso y el arte de la pieza, nos bastará para saber que es falsa.

El cobre y el plomo aunque son repelidos por el imán, lo hacen de una manera mucho más comedida. Así que en caso de que queramos diferenciar plata de plomo, con esta frecuencia y fuerza de movimiento, o desplazamiento, sabremos si es uno u otro (aunque para ello tenemos que tener más referencias, para poder comparar...basta con realizar el experimento con plomo puro y plata pura, para observar como se comportan)

También podemos coger un imán pequeño de neodimio, y con la moneda ligeramente inclinada, ver cómo se desliza por el cospel. Sí lo hace lento, con casi total fiabilidad,  sabremos que es plata. Si el deslizamiento no posee resistencia alguna, entonces el metal no será argenteo.

Cubito de hielo

Cogemos agua destilada (Pinchar aquí para métodos de limpieza con agua destilada) preferiblemente, y la congelaremos.

Sacamos un cubito pequeño de hielo y lo depositamos encima de la moneda.

Sí el hielo se mueve a una velocidad más rápida que si lo hiciera con una moneda sin plata (por ejemplo, con un euro) y da vueltas, también sabremos que es plata.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Catálogos de referencia para los maravedís de busto de Felipe IV

Cuando uno empieza a coleccionar, normalmente, ve "altos" los precios de ciertas monedas, rehuyendo de la adquisición de las mismas, por el simple hecho, de que al principio, no desea gastarse esas cantidades en una pieza, ya que no se tiene la certeza, ni la seguridad, de que en realidad valgan ese dinero. Nos falta conocimiento, pues es un mundo nuevo para nosotros.

Al coleccionista, el conocimiento de las piezas y el paso del tiempo, le vienen muy bien, para conocer y cambiar la perspectiva del valor de las monedas. Cuando alguien conoce bien las piezas que desea adquirir, puede tirarse años hasta que las consigue...

El verdadero coleccionismo no se encuentra simplemente en el fin de conseguir la moneda, si no, en el propio camino hasta llegar al mismo.

Con el conocimiento de las piezas, siempre cargadas de historia, y las referencias económicas que tengamos de ellas, adquiridas a lo largo del tiempo, gracias a catálogos, a la ley de la oferta y la demanda... una pieza que en nuestros inicios era impensable hacernos con ella, ahora (y con el mismo precio) ya "no nos parecerá tan cara" y podemos afrontar su compra, pues sabemos que eso es lo que vale, y lo que representa la creación de esa pieza, su carga histórica y su arte, su conservación y su materia prima.

El conocimiento, nos ha brindado no sólo valorar históricamente y económicamente esa moneda, si no que también, nos ha educado en lo que respecta a saber comprarla y a no ver que es una locura gastarse cierto dinero en determinadas piezas. Aunque siempre, evidentemente busquemos el mejor precio para las mismas. Con esta premisa, ya no diríamos; "esa moneda cuesta tanto dinero... con esa pasta me compraba esta otra cosa"

Suele ocurrir también, que al principio, las colecciones surgen sin un orden determinado... Se compran piezas generalmente más baratas (no por ello "menos importantes") y en mayor abundancia, pero sin ningún tipo de especialización. Con el tiempo, el coleccionista empezará a conformar su propia colección, con un mayor tanteo en las piezas que desea conseguir, un mayor dominio de lo que quiere, y concienciación en el tipo de colección que se desea asumir.

Para acercarnos a las piezas que vamos coleccionando, se pueden dar varias formas, ambas igual de interesantes y pasionales.

La primera:

Navegando por internet u otro soporte... iendo a museos y convenciones y observando piezas, asistiendo a tiendas de numismáticas, en conversaciones con colegas del gremio... En este caso, podemos dar con una moneda muy atractiva que no hayamos sabido de ella hasta la fecha. Es la típica moneda que nos ha enamorado a primera vista, nos ha cautivado, y la queremos. Descubrimos pues, la moneda, antes del conocimiento de su carga histórica.

Segunda:

Conocemos la pieza de antemano, conocemos su historia, la buscamos y la compramos. Aquí descubrimos antes la carga histórica de la moneda, ya la conocíamos antes de ser comprada.

Tercera:

Cuando ambos caminos (los citados anteriormente) se interrelacionan, siendo difícil saber  cuál ha sido el primero de ellos el que se ha presentado.



Lo que vemos en estos casos, es que de una u otra manera, se hace necesario y más gratificante coleccionar monedas, si tenemos conocimiento sobre las mismas (metal del que está hecho, de dónde proviene el mismo, fecha, ceca, rareza, historia...) Cuanto más sepamos sobre nuestras piezas, mejor podremos ir configurando nuestra colección, más sentido cobrará la misma y más disfrute tendremos hacia esa monedas  cuando las "contemplemos" y mimemos.


Para acercarnos al coleccionismo de los maravedís de busto de Felipe IV, existen dos publicaciones muy buenas que son indispensables poseer:


"Catálogo de las monedas del Reino de Castilla y León: El Vellón de los Austrias (1566- 1718)" de Í.Jarabo y X. Sanahuja.




"Los Maravedís de los Austrias, tipos y variantes. El Vellón Castellano de los Siglos XVI y XVII" de J. L. De La Fuente"



El primero para mí, es una pieza de referencia. Es un catálogo bien estructurado. Ordenado por monarquías, desde Felipe II hasta Carlos II. Cada bloque posee una breve introducción histórica. Organizado por cecas, en las que nos muestran las diversas variantes, secuenciadas de mayor a menor valor nominal de las piezas.
Se establecen las leyendas de las monedas, los tipos de busto, y la posición de las cecas y los valores. Además, también se nos muestran falsificaciones de época y alguna otra rareza. El libro tiene tapa dura.

El segundo  posee una breve introducción al principio del propio catálogo. Viene ordenado por reinados. Empieza con el de los Reyes Católicos y llega hasta el último Austria de la monarquía española. Se organiza el contenido en relación a los valores nominales, en los que se establecen todas las cecas. Es de tapa blanda.

Podéis comprarlo aquí:
Enlace

Ambos catálogos son indispensables, pues se complementan muy bien.

No debemos caer en el error de escatimar en conocimiento, y estos libros son una verdadera joya para comprender este tipo de coleccionismo.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Falsificación en conventos Cordobeses de Felipes de busto.

A finales del reinado del Rey Planeta,  la hacienda española estaba pasando por una de las peores crisis de su historia.

Las diferentes guerras fuera y dentro de la península (guerra de los Treinta Años, las revueltas catalanas, la independencia de Portugal), junto con la descomunal presencia de numerario falso, propició la clausura de la fabricación de la moneda de vellón de busto del monarca, que tan optimista inició su andadura, allá por 1660. (más sobre las primeras emisiones, aquí)

Cuatro años, les bastó a las diferentes casas de moneda, para terminar este tipo de producción. Por eso, será 1664, la fecha última de dichas emisiones.

Fiel reflejo de este despropósito en el numerario falso de la España de Felipe IV, se da, entre diferentes estamentos de la propia comunidad religiosa.

En Córdoba, son bien sonados los casos de falsificaciones, realizados desde los propios conventos y monasterios.
En estos lares, existían comunidades bien definidas, que se ocupaban de planear y organizar, todo lo referente, a la acuñación de moneda fraudulenta. Contaban así, con verdadetos profesionales en la materia (algunos allegados a la figura  real) y de personal encargado de conseguir las herramientas necesarias para tales menesteres, como punzones, cuños, troqueles, martillos, tijeras...cospeles, carbón para la fundición de los metales, hornos, artilugios para la laminación, ácidos para el tratamiento de las monedas (agua fuerte, para blanquear el color del cospel y "aplatarlo" en apariencia)...


Ya en época de Enrique IV, la cantidad de cecas oficiales y las que no lo eran, antes del ordenamiento de 1471, sumaban más de la centena. Está circunstancia, parecía incluso buena para los propósitos de la monarquía, que era utilizada para poseer numerario suficiente que sufragara todo tipo de gastos. El problema de toda esta etapa en la que se mezclaba moneda oficial, con moneda emitida por talleres no oficiales (a veces autorizados por el propio monarca), es que empezó a abundar circulante de mala calidad, que era rechazado por los propios comerciantes... propiciando la elaboración de una nueva reforma, la de 1471, necesaria para oficializar cecas y frenar el avance de las falsificaciones.  Posteriormente, fue en la Pragmática de Medina del Campo de los Reyes Católicos de 1497, cuando se unifica la oficialidad de las cecas más representativas...


Falsificaciones en conventos del período de Felipe IV

Con Felipe IV, las falsificaciones también tuvieron sus peculiaridades y en Códoba, parece ser que más que en otras regiones.

En esta zona, había falsarios, que tenían sus talleres, en los abrigos que proporcionaban los montes de la región, tales como cuevas, pero también abundaron falsificadores en conventos y monasterios.

Uno de los conventos más conocidos de Córdoba, en el que practicaron acuñación de moneda falsa, fue el de "Regina Coeli"... Tal lugar, fue descubierto, y según las crónicas, sólo una persona fue "imputada" por falsificación de circulante de la época. Sorprendentemente le cayó esta pesada piedra a un chico de pocos años (menor de edad). Estas vivencias... nos indican claramente, el poder que emanaba de las órdenes religiosas.  Tenían unos fueros muy arraigados que defendían a aquellos que se amparaban en ellos. Estos religiosos, propiciaban amparo a todas aquellas personas "externas" que trabajaban dentro de su orden, para emitir moneda falsa, precisamente con la premisa de que ante la ley, la reducción de la pena estaba garantizada, (evitando la pena de muerte e incluso la tortura, como medio indispensable y punitivo, para sonsacar información valiosa) simplemente por ser parte del estamento religioso. No nos olvidemos, que en esa época, el catolicismo, gozaba de una gran posición en el orden social establecido.




16 Maravedís falsos de época, de 1664, acuñados sobre un ochavo todavía visible de Felipe II. Muy rara emisión, seguramente acuñado en uno de los conventos de Córdoba.

Para confeccionar moneda falsa, los falsarios, debían disponer del metal suficiente en este cometido. Lejos de conseguir materia prima, utilizaban normalmente circulante antiguo, que a veces laminaban a golpe de martillo, con mejor o peor resultado, cortándolos por la mitad o en más partes, aplanándolos después, para conseguir el diámetro deseado, reduciendo así el peso de la moneda. En estas emisiones raras, normalmente había liga de plata, ya que los ochavos de esa época la tenían. La moneda más seleccionada era, como digo, el ochavo, o dos maravedís de Felipe II.

Otros de los conventos cordobeses que se dedicaron a este tipo de falsificaciones, fueron el de la Victoria,  el convento de Santa María de Gracia, también  el Convento de San Basilio, La Visitación, y San Pablo...

Es curioso contemplar, como las primeras falsificaciones de las que se tiene constancia en estos lugares, y sobre moneda de busto de Felipe IV, son en 1661, dos años antes de las primeras creaciones oficiales de la moneda a molino en la ceca de Córdoba, precisamente en 1663.

En 1664 Felipe IV y sus allegados, deciden acabar con este tipo de emisión, observado que los comerciantes (como ya ocurrió en el pasado) rechazaban la moneda de vellón, pues les era difícil diferenciar la moneda oficial de la mala y ante el riesgo de convertir la fraudulenta a buena, por el excesivo numerario, la monarquía, optó por neutralizar la fabricación de estas piezas, visto que el comercio se paralizó, pues nadie quería utilizar esta moneda para sus compraventas.


Los comerciantes, y la "gente de a  pie", empezaron a rechazar estas monedas, sabiendo el poco valor intrínseco de muchas de las piezas falsificadas, en las que generalmente se suprimía la liga de plata (normalmente eran monedas de cobre sin liga, exceptuando como hemos visto anteriormente, los casos en los que se utilizaban piezas originales con liga de plata, como ciertos ochavos, pero ahí el falsario veía su beneficio en la merma del peso de la moneda y en que la subía el valor nominal, pues la moneda falsificada era de más maravedís)  y el valor extrínseco, era exageradamente más alto que el intrínseco... La credibilidad, de estas monedas, que era muy pobre, estaba puesta en entredicho. Pero esta circunstancia (encarecimiento del valor intrínseco o merma en el peso de la pieza ) no sólo se dio en monedas fuera de las cecas oficiales.

Fueron años muy confusos, en los que las propias casas de moneda, en ocasiones arañaban la liga de plata, excluyéndola por completo en muchas ocasiones. Los años de más bajeza en la nobleza del metal del cospel, fueron 1663 y 1664.

Todavía quedan muchas lagunas por hayar en torno a este tipo de falsificaciones, esperemos que el tiempo, vaya descubriéndolas, para una mejor comprensión de la historia y de la propia numismática.




Algunas fuentes consultadas:

- "REGINA COELI: DE CONVENTO A FÁBRICA DE MONEDA FALSA"
De Ana Serrano

- "FALSIFICACIÓN  DE  MONEDA  EN CONVENTOS  CORDOBESES  EN  1661"  de JAVIER  DE  SANTIAGO  FERNÁNDEZ 

jueves, 8 de noviembre de 2018

Diego De Astor

Diego De Astor, fue seguramente el principal grabador del Real Ingenio de Segovia, en tiempos de Felipe III. Gran artista, nacido en Malinas, provincia de Amberes, y discípulo del propio Greco, no tardó mucho tiempo en situarse, como uno de los grabadores de monedas más importantes de su época.

Residió un tiempo en Toledo, aprendiendo su oficio como grabador de láminas, en el mismísimo taller de El Greco.

Felipe III le habilitó un puesto como grabador del Real Ingenio de Segovia, en 1609.

Años más tarde, viaja a Madrid para colaborar con el matemático portugués, Juan Bautista Labaña, en la elaboración de unos planos cartográficos del Reino de Aragón.

El propio Felipe IV, entusiasmado con el trabajo de este "artesano" (y visto que este monarca entendía y gozaba del arte de su época) no tuvo ningún problema, para seguir contando con Diego en la Casa de la Moneda de Segovia (Real Ingenio) y más tarde, con el propio hijo del tallador, también llamado Diego, al que le habilitó una plaza en el Real Ingenio de la Casa de la Moneda de Segovia en 1633 (más sobre acuñación a molino)



Centén con posible núcleo de plomo con baño de plata. Prueba de grabador del siglo XVII o reproducción de la Escuela de Grabadores de Madrid del siglo XIX (a investigar). Pieza muy rara. Estos centenes (originales) son atribuidos a Diego De Astor. Fecha de 1633, Real Ingenio de Segovia. 7,6 de diámetro, 515 gramos de peso. (Triple peso al de un cincuentín, pudiendo ser una prueba de acuñación del siglo XVII "Piedfort" para ser regalada...) Colección del autor.



Diego De Astor (padre) fue destinado en 1638 en la Imprenta Real de Madrid, como tallador de sello.

Es lógico pensar, que este artista fuera como bien dice Glenn Murray, el grabador de los primeros centenes y cincuentines, ya que llegó al Real Ingenio de Segovia en 1609, fecha que coincide con la emisión de estas incipientes piezas.


50 reales (cincuentín) de Felipe III de 1618, acuñado en plata. Ceca de Segovia. Cuño atribuido seguramente a Diego De Astor. Foto de la Asociación Numismática de la Casa de la Moneda de Segovia.


Por lo tanto, sería de suponer, que hasta 1633, Astor padre, fuera el grabador principal del Real Ingenio de Segovia, realizando su trabajo junto a ensayadores de la talla de Esteban de Pedrera, con resultados de gran nivel artístico.


8 maravedís del Real Ingenio de Segovia de 1617, con marca de ensayador de Andrés de Pedrera.

Es comprensible también, que el propio hijo, hubiera estado grabando, en la misma ceca, en la época de las primeras emisiones de los Felipes de busto (maravedís de los valores; 2, 4, 8 y 16)


2 maravedís de Felipe IV acuñados a martillo de la Ceca de Segovia de 1661. Ensayador (S). No catalogada (no se conocían piezas a martillo de 2 maravedís de la Ceca de Segovia)



Diego de Astor (padre) fue pionero en los avances de mejora en la fabricación de cospeles.

Él estuvo encomendado a que las monedas a martillo pudieran ser más perfectas en su elaboración...con mejor circunferencia y con cerco (supongo que gráfila) para evitar el cercén de las mismas... Pero la velocidad de la acuñación entorpecía la calidad de las piezas acuñadas, y tal "anvance" sólo se quedó en una prueba. Ésto ocurrió 20 años después, de que Miguel De La Cerda, inventase el "ingenio de la Tijera" para paliar estos problemas. Se acuñaron con Diego De Astor, un número determinado de piezas, consiguiendo mayor perfección en la circunferencia de los cospeles. Así que por lógica tuvo que estar también grabando cuños para la Casa Vieja de Segovia. (Ceca a martillo)







Alguna fuente consultada

- Boletin de la Real Academia de la Historia. TOMO CXCIX. NUMERO III. AÑO 2002.